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Don concedido por Dios de llegar al conocimiento o sabiduría en algún campo sin los procesos normales del aprendizaje humano. Se llama infusa por la impresión, o certeza, de que es Dios quien la "infunde" o concede a la inteligencia y a la conciencia.
Aparece en ocasiones en las biografías de hombres santos y se la considera como un carisma que Dios concede para beneficio de la comunidad cristiana.
La postura del educador de la fe debe ser prudente ante esos hechos relatados en las hagiografías, admitiéndolos como posibles, pero discerniendo momentos y contenidos. Que el santo cura de Ars "sabía muchas cosas" no puede ser juzgado de igual modo que la ciencia legendaria mostrada por un cenobita antiguo, sobre todo anterior a la Edad Media.
Entre una negación agnóstica y crítica y una admiración crédula, hay la suficiente distancia para adoptar, sobre todo en ámbitos catequísticos, actitudes de respeto ante los testimonios objetivos de hechos y el discreto alejamiento de la credulidad mística. (Ver Sabiduría)
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